Jesucristo, rey del Universo
El diálogo entre Jesús y Pilato nos introduce en el misterio del reino de Cristo, que no se fundamenta en los parámetros de este mundo. Cuando Jesús afirma que su reino «no es de este mundo», no está negando su realeza, sino señalando que su poder no es terrenal ni político, sino espiritual y eterno. Su autoridad no se ejerce con fuerza ni violencia, sino con el testimonio de la verdad, un testimonio que revela el amor de Dios y la dignidad de cada ser humano. En un mundo acostumbrado a reinos de opresión y dominio, Jesús redefine lo que significa ser rey: servir, amar y entregar la vida por los demás.
Celebrar a Cristo como Rey del Universo nos desafía a vivir como ciudadanos de su reino, guiados por los valores de justicia, paz, verdad y misericordia. Su trono es la cruz, y su victoria es el amor que vence al pecado y la muerte. En esta solemnidad, estamos llamados a preguntarnos si Cristo reina verdaderamente en nuestra vida. Reconocerlo como nuestro Rey no es solo un acto de fe, sino un compromiso concreto para construir su reino aquí y ahora, siendo testigos de la verdad en nuestras palabras, acciones y decisiones cotidianas.
Hoy, mientras proclamamos a Cristo como Rey del Universo, preguntémonos: ¿Es Él el rey de nuestro corazón? ¿Vivimos como ciudadanos de su reino, sembrando amor y verdad en nuestras familias, comunidades y en el mundo?