Domingo XXV del Tiempo Ordinario B
El Evangelio de hoy muestra a Jesús anunciando por segunda vez su pasión, muerte y resurrección, mientras atraviesa Galilea con sus discípulos. Estos no comprenden sus palabras y, temerosos, evitan preguntarle. Al llegar a Cafarnaún, Jesús descubre que han estado discutiendo sobre quién es el más importante entre ellos. Aprovecha este momento para enseñarles que la verdadera grandeza se encuentra en la humildad y el servicio: «Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Para ilustrarlo, coloca a un niño en medio de ellos, simbolizando la necesidad de acoger con sencillez y pureza a los más pequeños y vulnerables.
Esta lección de Jesús contrasta con nuestro modo de vida en una sociedad que a menudo valora el éxito personal y el reconocimiento por encima de la humildad y el servicio. Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestras motivaciones, a reconocer nuestras propias ambiciones y a orientar nuestras capacidades hacia el bien de los demás. Al cultivar la humildad y la empatía, siguiendo el ejemplo de Jesús, podemos convertirnos en auténticos discípulos que reflejan el amor y la misericordia de Dios en el mundo.