V Domingo de Pascua B
En este quinto domingo de Pascua del ciclo B, el Evangelio de San Juan nos invita a reflexionar sobre la metáfora de la vid y los sarmientos para profundizar en la relación esencial y vital que debemos cultivar con Cristo. Jesús se presenta como la verdadera vid, de la cual dependemos completamente para dar fruto en nuestras vidas. En esta imagen, se destaca el papel activo del Padre como labrador, quien poda y cuida cada sarmiento para optimizar su productividad y salud. Esta acción divina no solo implica cuidado y atención, sino también un llamado a una purificación constante por parte de nosotros, los sarmientos, para que seamos capaces de dar más fruto.
La enseñanza es clara: separados de Jesús, no podemos hacer nada. Así como un sarmiento cortado de la vid se marchita y muere, nuestra vida espiritual se estanca y se seca sin una unión íntima y constante con Cristo. Este Evangelio nos llama a una introspección sobre cómo estamos respondiendo a la palabra de Jesús que ha sido plantada en nosotros. ¿Estamos permitiendo que esa palabra eche raíces profundas y nos transforme? ¿O estamos resistiendo la poda necesaria que nos limpiaría de todo lo que impide nuestro crecimiento? La invitación de Jesús a «permanecer» en Él es una llamada a cultivar una relación continua, una comunión diaria que nos fortalece y renueva, permitiéndonos ser verdaderos discípulos en cada aspecto de nuestra existencia.