Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, B
Este pasaje del Evangelio de Marcos, que leeremos mañana domingo, presenta un encuentro profundamente revelador entre Jesús y un hombre que busca la vida eterna. La respuesta inicial de Jesús remite a los mandamientos, señalando la importancia de una vida moral según la ley de Dios. Sin embargo, cuando el hombre afirma haber cumplido estos preceptos desde su juventud, Jesús lo mira con amor y le propone un desafío radical: vender todo lo que posee y seguirle. Aquí, Jesús no está rechazando las riquezas en sí mismas, sino la dependencia que el hombre tenía de ellas. Esta invitación no es simplemente una renuncia material, sino una llamada a un seguimiento total que coloca a Dios en el centro, desprendiéndose de todo lo que obstaculiza esa relación. El hombre se va triste porque, a pesar de su deseo de la vida eterna, sus bienes lo atan al mundo y le impiden aceptar plenamente la invitación de Jesús.