XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, A
El mensaje de Jesús nos invita a creer en la verdad y vivir de acuerdo con ella, a pesar de las limitaciones del comunicador. Se destaca la necesidad de separar el mensaje de su mensajero, recordando que Jesús es la última referencia que nunca falla.
Jesús critica también la falsedad de exigir constantemente a los demás que cumplan sus obligaciones mientras descuidamos las nuestras. Se menciona la imagen de personas que imponen demandas sin límites, dictando lo que los demás deben hacer, pensar, creer y sentir. En contraste, Jesús aboga por más ayuda y menos cargas, instando a cumplir lo que realmente podemos dar.
Finalmente, Jesús condena a aquellos que no se comprometen a ayudar y no demuestran empatía hacia los demás. Se destaca la hipocresía de esperar virtudes en los demás sin practicarlas en uno mismo.
En resumen, el texto enfatiza la importancia de la sinceridad, la compasión y la autenticidad en las relaciones humanas, instando a la reflexión sobre nuestras propias acciones y actitudes antes de juzgar la de los demás.