15º Domingo del Tiempo Ordinario
“Salió el sembrador a sembrar…” ¡cuántas veces lo hemos oído ya, lo hemos meditado y hemos pensado sobre este texto evangélico! Las parábolas son, sin duda, los textos del evangelio en los que más fielmente podemos “oír” a Jesús, y “ver” el ambiente campesino en el que se crió. Ese Jesús cercano, sencillo, afable, conocedor de su tierra y de sus gentes, generoso, y que quería que todo el mundo le entendiese.
Esta parábola pertenece a los comienzos de la predicación de Jesús. Contando esta historia, Jesús manifiesta su ilimitada confianza en Dios, que, a pesar de todas las pérdidas y dificultades habituales en la siembra, dará al final al sembrador una abundante cosecha. Para captar este mensaje es necesario conocer este dato que es muy importante u que se nos escapa por desconocido, Jesús habla de una cosecha que produce un 30, un 60 y un ciento por uno sobre lo sembrado, cuando en la Palestina de entonces el recoger un 8 por ciento de la cosecha era lo normal y llegar al 10 por ciento se consideraba una cosecha excelente. Y es que al hablar de la generosidad de Dios Jesús exageró siempre sus comparaciones. Es una forma de decir que esa generosidad no tiene límites y que Dios siempre nos sorprende con más de lo esperado cuando concluimos nuestro trabajo y cuando nos parece que hemos dado o conseguido demasiado poco.
Es tan grande el campo que nos queda por sembrar, primeramente el nuestro, el de nuestro propio corazón, en el cual existen tantas parcelas a las que la Palabra de Dios todavía no he dejado que llegue. Y después los grandes campos de este mundo nuestro, a los que la Palabra de Dios siempre tiene algo que decir, el mundo de la marginación, del dolor, de los abusos, de la falta de respeto, de la violencia, donde la palabra de Jesús no ha aparecido ni por asomo. Y ahí tendría que hacerse presente la misericordia y el cariño personal de nuestro Dios.
Es verdad Señor que nosotros somos como la tierra, a veces fértil y otras pedregosa y seca. Te pedimos hoy que ilumines nuestra vida para que seamos de esos que limpian el terreno del mundo de los matojos y de la sequedad y van dando fruto a su alrededor. Te lo pedimos hoy, día en que también celebramos a Nuestra Señora del Carmen, para nosotros, al tiempo que seguimos recordando a los que se dedican al mar, a los que sufren, a los enfermos, los que están solos, los que no pueden disfrutar de un tiempo de descanso necesario…